Las marismas de Santoña se hallan rodeadas por los ayuntamientos de Laredo, Colindres, Santoña, Limpias, Voto, Bárcena de Cicero, Escalante y Argoños; las marismas de Victoria se encuentran junto a Noja; y las marismas de Joyel entre Noja y Arnuero.
El Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel cuenta con una extensión total aproximada de 2.875 hectáreas de marismas y marjales subhalófilos, 1.900 de ellas corresponden al estuario y a las rías de Escalante, Argoños y Boo, 725 a las rías de Limpias y Rada hasta los puentes de Colindres, 150 a las marismas de Victoria y 100 a las de Joyel.
En las rías de Limpias, Rada, Escalante y Argoños, las aguas dulces, los sedimentos inorgánicos y la materia orgánica, principalmente de los ríos Asón y Clarín, se mezclan con las aguas marinas del mar Cantábrico que penetran con la marea alta por el canal de San Martín, entre la punta de San Carlos de Santoña y el puntal de Laredo.
Los redactores de la ley que declaraban las marismas de Santoña, Victoria y Joyel como Reserva Natural en marzo de 1992, también decidieron proteger las dunas de las playas de Ris, Trengandín, Berria y El Regatón. Desgraciadamente esta ley por sí sola no fue suficiente para protegerlas y más tarde, en agosto de 1993, el Tribunal de Justicia de Luxemburgo condenó a España por permitir el deterioro de las marismas de Santoña y obligó a las autoridades españolas a garantizar la protección legal y efectiva de las marismas. Para ello, fueron declaradas Zona de Especial Protección para las Aves (Z.E.P.A.), incluyendo en esta área protegida el total de la Reserva Natural, una amplia extensión de terrenos adyacentes, los encinares cantábricos de los montes Buciero, Brusco y Montehano, además de los acantilados marinos del Buciero.
Los problemas de conservación que han padecido las marismas de Santoña son debidos, en gran parte, a que están rodeadas por ocho ayuntamientos y que algunos de ellos tienen más de diez mil habitantes, que viven en gran parte de la actividad industrial, principalmente en Colindres y Santoña. Consecuencia de la cercanía de estos grandes pueblos y de la irresponsabilidad de sus gobernantes fue el intento de relleno de 80 hectáreas de marismas en Colindres y Laredo para la instalación de sendos polígonos industriales, motivo por el que la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA) en marzo de 1987 presentó una queja a la Comisión Económica Europea (CEE), que decidió la apertura de un procedimiento de infracción contra España por el incumplimiento de las directivas relativas a la conservación de las aves silvestres.
Por otra parte, las marismas de Victoria se encuentran junto a Noja, pueblo que multiplica su población durante el verano, al igual que sucede en Laredo, localidad donde la construcción de viviendas para veraneantes redujo a la mínima expresión las más de 400 hectáreas de dunas, las más extensas de la costa cantábrica aún en la década de los cincuenta. Las urbanizaciones de Noja llegaron hasta el borde de las marismas de Victoria y a continuación se intentó su desecación, lo que llegó a provocar graves enfrentamientos entre propietarios de terrenos y ecologistas.
La sentencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo no fue suficiente para frenar la destrucción de las marismas de Santoña y, más de un año después de la misma, el incumplimiento de las obligaciones derivadas de este proceso estuvieron a punto de llevar a la Comisión Europea a abrir un nuevo procedimiento de infracción contra España que, si se hubiese resuelto en su contra, habría supuesto una multa que hubiera podido superar los 5.000 millones de pesetas. La amenaza de apertura de aquel procedimiento de infracción contra España fue el momento decisivo que marcó el punto de inflexión en lo que respecta a su conservación, y actualmente está generando la recuperación de decenas de hectáreas de marismas.
Por ejemplo, cerca de Santoña se han eliminado las cuatro piscinas que, con un presupuesto total de 170 millones de pesetas, se instalaron sobre 7 hectáreas de marismas para el cultivo de almejas. De los diques de las piscinas han quedado tres isletas con el objetivo de que sirvan como zona de reposo y nidificación de aves acuáticas, aunque es previsible que la acción de las mareas y las corrientes acabe por hacerlas desaparecer.
Además, han tenido que romper el dique que prácticamente cerraba las marismas de Colindres, abriendo un gran boquete a la altura del puerto de Colindres, y, durante el invierno pasado, han abierto varias entradas más de agua en el dique sobre el que se construyó la nueva carretera C-629, entre las localidades de Argoños y Santoña, con el objetivo de garantizar la influencia intermareal de las marismas del Dueso y Bengoa.
Este breve repaso de la historia reciente de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel nos obliga a recordar que han vivido tiempos difíciles. Por fortuna, la declaración del área como Reserva Natural y Zona de Especial Protección para las Aves y, todo hay que decirlo, las sentencias condenatorias del Tribunal de Justicia de Luxemburgo han frenado su deterioro e incluso ya se han recuperado bastantes hectáreas de marisma. Actualmente es un espacio natural protegido bajo la figura de Parque Natural.
Hay mucho por hacer, ya que aún quedan por restringir o impedir algunas actividades destructoras que implican movimientos de tierras, desecaciones, urbanizaciones, canteras y vertidos contaminantes. En este sentido, actualmente preocupa seriamente la cantera de Montehano y la proliferación de urbanizaciones en Argoños que tienen como destino ser utilizadas como segundas viviendas durante las vacaciones y los fines de semana. Pronto abrirá sus puertas un centro de recepción e información para los visitantes, pero aún faltan observatorios ornitológicos desde donde poder ver las aves a cortas distancias y sin molestarlas, además de un equipo de guías que informen y acompañen a los visitantes.
Para un análisis topográfico detallado recomendamos consultar los mapas del Servicio Geográfico del Ejército a escala 1:50.000 de Santander 19-4(35) y Castro Urdiales 20-4(36), y los del Instituto Geográfico Nacional a escala 1:25.000 de Noja 35-II, Santoña 36-I y Laredo 36-III.
El Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel cuenta con una extensión total aproximada de 2.875 hectáreas de marismas y marjales subhalófilos, 1.900 de ellas corresponden al estuario y a las rías de Escalante, Argoños y Boo, 725 a las rías de Limpias y Rada hasta los puentes de Colindres, 150 a las marismas de Victoria y 100 a las de Joyel.
En las rías de Limpias, Rada, Escalante y Argoños, las aguas dulces, los sedimentos inorgánicos y la materia orgánica, principalmente de los ríos Asón y Clarín, se mezclan con las aguas marinas del mar Cantábrico que penetran con la marea alta por el canal de San Martín, entre la punta de San Carlos de Santoña y el puntal de Laredo.
Los redactores de la ley que declaraban las marismas de Santoña, Victoria y Joyel como Reserva Natural en marzo de 1992, también decidieron proteger las dunas de las playas de Ris, Trengandín, Berria y El Regatón. Desgraciadamente esta ley por sí sola no fue suficiente para protegerlas y más tarde, en agosto de 1993, el Tribunal de Justicia de Luxemburgo condenó a España por permitir el deterioro de las marismas de Santoña y obligó a las autoridades españolas a garantizar la protección legal y efectiva de las marismas. Para ello, fueron declaradas Zona de Especial Protección para las Aves (Z.E.P.A.), incluyendo en esta área protegida el total de la Reserva Natural, una amplia extensión de terrenos adyacentes, los encinares cantábricos de los montes Buciero, Brusco y Montehano, además de los acantilados marinos del Buciero.
Los problemas de conservación que han padecido las marismas de Santoña son debidos, en gran parte, a que están rodeadas por ocho ayuntamientos y que algunos de ellos tienen más de diez mil habitantes, que viven en gran parte de la actividad industrial, principalmente en Colindres y Santoña. Consecuencia de la cercanía de estos grandes pueblos y de la irresponsabilidad de sus gobernantes fue el intento de relleno de 80 hectáreas de marismas en Colindres y Laredo para la instalación de sendos polígonos industriales, motivo por el que la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA) en marzo de 1987 presentó una queja a la Comisión Económica Europea (CEE), que decidió la apertura de un procedimiento de infracción contra España por el incumplimiento de las directivas relativas a la conservación de las aves silvestres.
Por otra parte, las marismas de Victoria se encuentran junto a Noja, pueblo que multiplica su población durante el verano, al igual que sucede en Laredo, localidad donde la construcción de viviendas para veraneantes redujo a la mínima expresión las más de 400 hectáreas de dunas, las más extensas de la costa cantábrica aún en la década de los cincuenta. Las urbanizaciones de Noja llegaron hasta el borde de las marismas de Victoria y a continuación se intentó su desecación, lo que llegó a provocar graves enfrentamientos entre propietarios de terrenos y ecologistas.
La sentencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo no fue suficiente para frenar la destrucción de las marismas de Santoña y, más de un año después de la misma, el incumplimiento de las obligaciones derivadas de este proceso estuvieron a punto de llevar a la Comisión Europea a abrir un nuevo procedimiento de infracción contra España que, si se hubiese resuelto en su contra, habría supuesto una multa que hubiera podido superar los 5.000 millones de pesetas. La amenaza de apertura de aquel procedimiento de infracción contra España fue el momento decisivo que marcó el punto de inflexión en lo que respecta a su conservación, y actualmente está generando la recuperación de decenas de hectáreas de marismas.
Por ejemplo, cerca de Santoña se han eliminado las cuatro piscinas que, con un presupuesto total de 170 millones de pesetas, se instalaron sobre 7 hectáreas de marismas para el cultivo de almejas. De los diques de las piscinas han quedado tres isletas con el objetivo de que sirvan como zona de reposo y nidificación de aves acuáticas, aunque es previsible que la acción de las mareas y las corrientes acabe por hacerlas desaparecer.
Además, han tenido que romper el dique que prácticamente cerraba las marismas de Colindres, abriendo un gran boquete a la altura del puerto de Colindres, y, durante el invierno pasado, han abierto varias entradas más de agua en el dique sobre el que se construyó la nueva carretera C-629, entre las localidades de Argoños y Santoña, con el objetivo de garantizar la influencia intermareal de las marismas del Dueso y Bengoa.
Este breve repaso de la historia reciente de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel nos obliga a recordar que han vivido tiempos difíciles. Por fortuna, la declaración del área como Reserva Natural y Zona de Especial Protección para las Aves y, todo hay que decirlo, las sentencias condenatorias del Tribunal de Justicia de Luxemburgo han frenado su deterioro e incluso ya se han recuperado bastantes hectáreas de marisma. Actualmente es un espacio natural protegido bajo la figura de Parque Natural.
Hay mucho por hacer, ya que aún quedan por restringir o impedir algunas actividades destructoras que implican movimientos de tierras, desecaciones, urbanizaciones, canteras y vertidos contaminantes. En este sentido, actualmente preocupa seriamente la cantera de Montehano y la proliferación de urbanizaciones en Argoños que tienen como destino ser utilizadas como segundas viviendas durante las vacaciones y los fines de semana. Pronto abrirá sus puertas un centro de recepción e información para los visitantes, pero aún faltan observatorios ornitológicos desde donde poder ver las aves a cortas distancias y sin molestarlas, además de un equipo de guías que informen y acompañen a los visitantes.
Para un análisis topográfico detallado recomendamos consultar los mapas del Servicio Geográfico del Ejército a escala 1:50.000 de Santander 19-4(35) y Castro Urdiales 20-4(36), y los del Instituto Geográfico Nacional a escala 1:25.000 de Noja 35-II, Santoña 36-I y Laredo 36-III.
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